En el mundo de la escritura creativa se conocen multitud de técnicas que ayudan a los escritores en su día a día, y que sirven de apoyo para mejorar esos proyectos que tanto sudor y lágrimas cuesta crear. Tenemos ejemplos de todo tipo, como los que van desde plantear una rutina de escritura y de lectura, los que se centran en las técnicas de creación de personajes, o los que inciden más en la estructuración de la trama.
En esta última línea queremos centrarnos con este post, en el que queremos hablaros sobre la reflexión del dramaturgo, Antón Chejov, que ya en 1889 nos dio una gran lección que pasó a formar parte de la escritura como técnica narrativa.
El arma, el clavo, la pistola, la ley… Esta definición la encontramos expresada de muchas maneras, pero siempre viene a significar lo mismo en cuanto a principio dramático se refiere. Esta expresión es conocida en el mundo de la literatura para simplificar una historia. Su principio recae en la eliminación de cualquier elemento que no sea relevante en la trama de una historia. Es decir, todo sobre lo que se escriba debe tener un peso y debe aportar un valor en la trama.
Con este ejemplo de Chéjov, se entiende a la perfección: "Uno nunca debe poner un rifle cargado en el escenario si no se va a usar. Está mal hacer promesas que no piensas cumplir".
Lo que quería decirnos el escritor es que, al final, menos es más. No por cargar una novela de detalles la hará valer más. Porque el valor de una buena trama no recae en la cantidad de elementos que la adornan, sino en que se empleen de forma correcta. Todo debe ir en consonancia: los personajes, la historia que cuentan, incluso los escenarios que visitan. Es por ello que, como escritores, el arma de Chéjov viene a decirnos que no perdamos el tiempo resaltando detalles de la historia que pueden tener un protagonismo inicial de unas cuantas líneas, si de manera posterior no van a cumplir una “misión”. De ahí que su ejemplo del uso del rifle sea tan claro y directo: si vas a usar un objeto, hazlo. Pero si vas a descartarlo unas páginas más adelante, es mejor que pienses si su uso es realmente necesario.
Pensando de esta manera más fría y racional, lo que se pretende hacer es restarle protagonismo a aquello que no lo tiene, y dárselo a aquello que realmente está ideado para tener funcionalidad en la historia. Es cierto que, visto así, podemos obsesionarnos de manera errónea con un arma si nuestra novela es del género policíaco o thriller, por poner un ejemplo. Es por ello que se le considera un recurso fuerte, pero arriesgado que hay que saber camuflar de la manera correcta para que el lector no lo descubra de primeras.
¿Conocías esta técnica de escritura creativa? ¿Te gusta seguir estos consejos para guiarte con tus proyectos? Pásate por nuestro post de Instagram para contarnos un poco tu forma de trabajar.